第一話 (Episodio 01)

Eran exactamente las tres diecisiete de la tarde del veintiocho de noviembre cuando Umiko entró corriendo al salón del club de astronomía. Llevaba un poster enorme que desdobló en la mesa antes de que pudieramos preguntarle nada.

“Becas para la Licenciatura en Astronomía en la Universidad del Estado”.

Miré a Chika.

—Parece que la suerte está de nuestro lado —dijo con una sonrisa.

—¿Participarás? —pregunté, aunque sabía la respuesta.

—¡Claro que lo haré! Realmente no necesito la beca, pero es obvio que aquel estudiante que la gane será reconocido como uno de los mejores preuniversitarios en cuanto a astronomía, así que debo ganarla —Chika es la presidenta del Honorable Club de Astronomía de la Escuela Preparatoria de Dokoka, club fundado por ella desde que iba en el segundo periodo y que sólo había tenido cinco miembros en toda su historia, dos de los cuales ya estaban graduados.

Chika es alta, de cabello negro y largo, complexión delgada y, tengo que mencionarlo para que la descripción esté completa, pechos grandes y llamativos. A pesar de eso, creo que el mayor atractivo físico que posee son sus ojos dorados. Intelectualmente, tiene una memoria increíble y es muy determinada. Ha usado esas habilidades para ser conocida como astrónoma incluso entre los profesores, a pesar de que sólo tiene diecisiete años y ningún título que lo respalde. Además de sus habilidades en astronomía, es buena para todas las materias en general y, por si fuera poco, no presume ni de su físico ni de su inteligencia, como si fuera de lo más normal que una chica con cuerpo de modelo tuviera las notas más altas de la escuela.

—¿Y tú? —dijo Umiko. Me miraba como si quisiera saber mi respuesta antes de decir algo.

Umiko ha sido mi amiga desde que recuerdo. Vivía en la casa de al lado, antes de que se mudara, y sus padres eran amigos de los míos. Fuimos al mismo jardín de niños, primaria, secundaria y ahora estábamos en la misma preparatoria también. Es de estatura normal, ojos café oscuro y cabello del mismo color, que le llega un poco debajo de los hombros, ni corto ni largo. Es muy inteligente, aunque sus notas no son tan altas debido a que sólo pone esfuerzo en aquello que le interesa. Debido a esto, no entiendo por qué está en el club de astronomía, cuando es evidente que no le apasiona mucho. Ella siempre, literalmente siempre, carga un peluche de un gato amarillo. Ahora que tenía las manos ocupadas, lo llevaba en la cabeza.

—¡Claro que sí! —dije, con la mirada en Chika, para ver su reacción, pareció ignorarme.

Yo, Koushiro, estudiante del quinto periodo, de altura promedio y cabello corto, que sin embargo no se puede peinar. Me gusta el color rojo, las matemáticas, los videojuegos, la astronomía y Chika. Un tipo promedio, en realidad.

Hubo unos segundos de silencio. Pensé que tal vez Umiko pensaba que le preguntaría si ella iba a participar también, pero no quería hacerlo, en realidad. El poster tenía información que me hacía desear que sólo yo y Chika participaramos.

—“Un requisito indispensable para presentar el Examen de Competencia para obtener la beca total de la Licenciatura en Astronomía —Chika comenzó a leer—, consiste en asistir durante las vacaciones de invierno al Campamento Anual de  las Estrellas, que se realiza desde hace veinte años en esta Universidad. Al final de dicho campamento, se realizará el examen entre los candidatos para elegir a los beneficiarios de la beca”, y aquí está el número telefónico para pedir más información... —al decir esto, yo sabía que quería decir que alguno de nosotros dos, Umiko o yo, tendríamos que realizar esa llamada. Aparentemente, Umiko también lo pensó, porque se le adelantó.

—Ya llamé. Me dijeron que el campamento tiene un costo que se nos enviará por correo electrónico cuando nos registremos en la página web que está en el cartel. Una vez pagado, estamos aceptados. El campamento comienza el —sacó un cuaderno rosa de su mochila y revisó la última página—... diez de diciembre.

Cuando escuché que tendría un costo no pude evitar sonreír. La familia de Umiko no tenía mucho dinero, así que lo más probable era que no nos pudiera acompañar. Para ser honesto, sentía un poco de pena por ella, pero no podía evitar ver el lado positivo. Era seguro que no nos mezclarían con los estudiantes activos de la universidad y, si Umiko no iba, quería decir que estaría con Chika. A solas. Por más de un mes. Era una oportunidad que no podía dejar pasar.

Regreso al balcón donde habíamos mirado las estrellas un momento antes. Chika me mira y luego mira las copas que hay en mi mano derecha. “Te traje una copa de vino tinto”, le digo. Todo el edificio está en completa oscuridad, la luz de las estrellas es lo único que nos ilumina. Ella me mira con el ceño fruncido. “Somos menores de edad, qué se supone que...”, comienza a regañarme. Me río y le digo que es una broma, es sólo jugo de uva. Se sonroja y mira hacia el otro lado, fingiéndose ofendida. Me acerco y la tomo de la mano. Ella parece asustarse con el contacto físico, pero se relaja y toma mi mano. Voltea su rostro hacia mí, sin mirarme, su rostro completamente rojo. Me acerco y cierra los ojos...

—Siento así, deberíamos inscribirnos cuanto antes —dijo Chika, regresándome a la realidad—, no veo que el poster hable de algún cupo en el cartel, pero seguro que hay uno y no creo que sea muy grande —no sé por qué se preocupaba tanto, sólo nosotros tres eramos parte del club, y Umiko no iba a ir—... Oh, miren, aún hay cupo —¿Aún? y ¿Cuándo encendió la laptop?—, que bueno que a Umiko se le ocurrió traer la información.

Puse la vista en la pantalla de la computadora. “Cupo 10. Disponibles 4”. Tuve que mirar otra vez para asegurarme. No entendía por qué. Sólo eramos tres miembros del club ¿Quién más podría...?

—Tenemos suerte. Tal parece que este poster acaba de aparecer y no me sorprendería que fueramos la primer escuela donde lo pegan, seguro esas seis personas se acaban de enterar también —dijo Chika.

¡Las otras escuelas! Aunque en nuestra pequeña ciudad sólo existía nuestra preparatoria, la convocatoria era de la Universidad del Estado.

Vi a mis planes destruirse frente a mis ojos. Seis personas más en el lugar. Si hacían equipos tenía un cuarto de posibilidades de quedar con ella. Además de que, obviamente, nos separarían por sexo.

No, no. Hay que ser positivo. Al menos todavía podíamos inscribirnos. Chika no conocería a esas seis personas y aún quedaba todo el día para intentar estar con ella. Sí, el tiempo era más que suficiente. Y además, ¡Era un campamento de astronomía! Las noches serían las horas ocupadas. ¡Genial!

Le digo que vayamos a conocer Sato, la ciudad donde está la universidad, y antes de que pueda contestarme la tomo de la mano y la jalo. Ella opone resistencia, se sonroja y, finalmente, me sigue. Un rato después nos damos cuenta que estamos perdidos. A pesar de eso, me aseguro de que nos divirtamos incluso mientras buscamos la manera de regresar y cuando logramos ir de regreso al campamento, ella se ríe de habernos extraviado. La acompaño hasta su habitación para ir a prepararnos para salir a mirar el cielo, y ella se queda parada en la puerta, mira hacia adentro para asegurarse de que sus compañeras de cuarto no estén vigilando, me mira a los ojos y...

—Aunque me duela decir esto —Chika de nuevo—, creo que en esta ocasión tenemos suerte de que no a mucha gente le interese la astronomía. Pero es que me molesta que algo tan bello como la astronomía no tenga a más personas interesadas, es culpa de tantas cosas inútiles que los medios nos dicen acerca de qué nos “debe” gustar. Pero en fin, Umiko, no nos has dicho si también vas a participar.

Eso es porque no nos acompañará, Chika, no la hagas sentirse peor.

—Pues no puedo faltar, soy una de los tres miembros del Honorable Club de Astronomía de la Escuela Preparatoria de Dokoka, ¿no es así?

¿Eh?

—Perfecto, te apellidas...

—Ya me registré, así que puedes pasar a Koushiro.

¿Qué rayos quiere decir esa sonrisa? ¿Es tan divertido destruir mis planes?

—Koushiro Takagawa, diecisiete años... quince de febrero, ¿cierto? —asentí con la cabeza. Ni siquiera el que Chika supiera todos mis datos pudo alegrarme—. Entonces listos todos —dijo al terminar de teclear.

Cabizbajo, comencé a ver el poster, sin mirarlo, para distraerme. Hasta que algo en la esquina superior derecha llamó mi atención. Miré las otras esquinas y entonces ya no tuve dudas. Todas tenían marcas de tachuelas, la superior izquierda estaba rota, incluso. Chika debió haber visto mi expresión porque empezó a ver el poster, para ver qué andaba mal.

Miré a Umiko e intenté decirle “corre” con los ojos, pero era demasiado tarde.

—Umiko, querida... No me dirás que otra vez...

—Este... bueno, Chika —empezó a defenderse Umiko—... Lo que pasó es que necesitaba avisarles, no había tiempo que perder... Además, ¿a quién más le interesaría ese cartel?... Quiero decir, nosotros somos...

—¡Regrésalo inmediatamente! —seguramente el grito se escuchó hasta la dirección.

Nunca entenderé por qué Umiko intenta defenderse en estos casos, para empezar ella es la que hace que Chika se enoje y además la conoce muy bien como para provocarla. Y no es que sea muy difícil de provocar, tampoco.

—Y... ¡si lo dejaba ahí alguien podía inscribirse antes que ustedes dos! —no me sorprendió que quisiera que la acompañaramos, y esa excusa me pareció razonable, pero Chika ya no le estaba prestando la más mínima atención.

—¡Nos van a matar esta vez! ¡¿Ya se te olvidó lo que pasó la última vez?!

“Comprendo que ustedes formen el club de astronomía”, nos había dicho el director, esa vez, “pero eso no les da el derecho a arrancar los posters promocionales de la obra de teatro sólo porque presentarán El Principito”. Al final Umiko consiguió que nos dejaran uno para el club, a cambio de la promesa de comportarnos civilizadamente.

—¡¿Sigues aquí?!  —Umiko intentaba enrollar el poster, pero los nervios no se lo permitían— ¡Si no pones eso donde estaba en menos de un minuto no vas a ir a ningún campamento porque estarás expulsada del club!

Oye, oye, no creo que eso sea buena idea, si la expulsas seremos sólo dos y no nos dejarán continuar el club... además tampoco es que ser miembro de un club de astronomía sea requisito para participar.

—¡¿Me escuchas?! —la escuchó, con seguridad, a pesar de que ya corría por el pasillo rumbo a la pizarra de anuncios.

Chika me miró y comenzó a gritar quejas de Umiko que ignoré. Supongo que ese temperamento es el defecto con el que compensa sus virtudes. De cualquier modo yo quería poder estar a solas con ella. Yo jamás la había hecho enojar y tampoco me permitiría hacerlo en un futuro.

Suspiré cansado al pensar otra vez en la forma tan rápida en que todo lo que fue repentinamente maravilloso se transformó en una simple fantasía que no se realizaría. Al menos no pronto.

…, me mira a los ojos y... Umiko aparece detrás de ella y la jala a la habitación.

Grandioso.

1 comentario:

  1. JAJAJAJAJAJA reí mucho! Muy bien! El feeling, no se les olvide(:

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