第三話 (Episodio 03)

El ambiente de última semana de clases se notaba en toda la escuela. Los salones estaban vacíos, los maestros faltaban, casi todos los alumnos platicaban en los pasillos y aquellos que no lo hacían era porque no se tomaban la molestia de ir a la escuela. A mitad de semana ya era la mayoría de alumnos la que no asistía a la escuela.

A pesar del inmenso deseo que tenía de ser parte de esa mayoría, el querer pasar tiempo con Chika me convencía de asistir.

Chika estaba todo el día, incluso hasta más tarde de lo que se quedaba cuando había clases, en el club. Estudiaba como si fuera a presentar una tesis oral. Yo le había dicho ya un montón de veces que, para empezar, ella ya sabía mucho más de lo que cualquier otro concursante podría saber de astronomía, y si no ganaba ella la beca, entonces nadie la ganaría. Además seguramente que el examen estaba pensado para personas con interés en la astronomía, no para eruditos en la materia.

Por desgracia, a ella parecieron no importarle mis razones y, a pesar de que Umiko las apoyaba e intentaba convencerla de hacer algo más divertido, estudió hasta el último minuto antes de irnos al campamento.

Umiko y yo intentamos pasar el tiempo en el club jugando cualquier cosa, desde gato hasta cartas, pero al menor ruido Chika nos mandaba callar y a final de cuentas terminamos sentados en silencio como niños de primaria castigados.

Ir a la escuela se comenzó a convertir en algo cansado, no sólo para mí. Umiko se aburría muchísimo en el club. La vi leer El Principito completo dos veces el martes. De vez en cuando levantaba su vista del libro, miraba al pasillo y después me miraba a mí y sonreía. Yo cerraba los ojos, sonreía, lanzaba un suspiro y movia negativamente la cabeza. no podía dejar a Chika sola en el aula, aunque no me prestara la más mínima atención.

El miércoles Umiko se levantó de pronto y, después de aclararse la garganta lo suficientemente fuerte para asegurarse que tenía nuestra atención, caminó a la salida.

—Perdonen, pero le dije a mi mamá que llegaría temprano a casa, ¿les conté que no quiere dejarme ir? —pero no quería contarnos, no esperó respuesta—, así que tal vez no pueda venir mañana y pasado, tendré que convencerla. ¡Nos vemos el viernes en el autobús!

Y así, sin decir nada más, me dejó abandonado con una persona que no se movía excepto para pasar la página. Había momentos en los que me preguntaba si seguía respirando. Por suerte, lo hacía.

El jueves por la tarde, sin absolutamente nada que hacer, tuve que pensar que no era el mejor momento para intentar entablar una relación amorosa con Chika, así que me decidí a hablar.

—Eh... disculpa, Chika, ¿me das un minuto? —dije. Ella subió la mirada del libro que leía, sin cerrarlo.
—Claro, Koushiro.
—Quería decirte que tengo que arreglar unas cosas en casa antes del campamento, así que hoy me iré temprano y mañana no vendré, me iré directo a la central de autobuses.
—No te preocupes —dijo con una sonrisa—, yo tengo que estudiar, así que estaré aquí. Si tienes tiempo estudia un poco, ¿de acuerdo?
—Sí, está bien —dije, y me despedí de ella.

Aunque al principio me sentí un poco desanimado de que mi presencia le pareciera indiferente, recordé la sonrisa con la que me había dicho que estudiara, lo que quería decir que se preocupaba por mí, y me animé.

Nada tenía que hacer en mi casa, sólo se lo había dicho a Chika para que no creyera que quería dejarla sola, así que decidí pasar al arcade. Quería practicar un poco para la próxima vez que fuera a jugar con Umiko, pero hubo algo que cambió mis planes. Umiko estaba ahí.

—¿Convenciste a tu mamá? —le dije.
—Ko.. Koushiro... — dijo nerviosa. Su personaje recibió una golpiza por parte de la computadora cuando volteó hacia atrás sorprendida.

Me di cuenta de que pensaba que yo había creído que esa era la razón por la que se había ido el día anterior, aunque era obvio que era una excusa. Deposité una moneda en la maquina.

—¿Cómo estás? Yo sólo pasaba por aquí y tenía una moneda de sobra, así que... —dijo mientras elegíamos personajes.
—¡Es una suerte encontrarte aquí! Ya sabes que no me gusta jugar solo —dije. El primer round empezó.
—¿Verdad? ¡Cinco minutos antes o después y no me hubieras visto! —dijo, ya más relajada.

Su personaje comenzó a repetir un ataque y la barra de vida del mío rapidamente se encontraba a la mitad.

—Chika me dijo que seguro que lo de tu mamá era un pretexto... —dije. Pude ver como me miraba de reojo con los labios entreabiertos.
—No... ¡claro que no!... De hecho... justo ahora regresaba de comprar algo que mi mamá me había encargado —dijo, y falló un ataque.
—No te estoy acusando, es sólo lo que ella me dijo —esperé un momento hasta que derroté al primero de sus tres personajes—... Claro que yo le dije que tú no nos hubieras dejado así.
—Ah, bueno... —el segundo round empezó. Umiko estaba distraida y lo aproveché.
—Pero no me quiso hacer caso... hasta amenazó con sacarte del club... Y esta vez parecía que iba en serio —en la pantalla se leía “K.O.”. Sólo uno más.
—¿Crees que...? quiero decir... necesitamos ser tres para que el club pueda seguir operando... —Umiko presionaba los botones sin siquiera ver los resultados de sus ataques.
—Eso le dije... pero me contestó que no le importaba ya no tener el club, después de todo ganaría la beca para la universidad.

Todo salió de acuerdo al plan y Umiko perdió por primera vez en ese juego. Bueno, casi todo, porque justo cuando pensaba jactarme de mi primer victoria ante ella, vi que sus ojos se comenzaban a llenar de lágrimas.

—Oye, Umiko, no es para tanto... estabas distraida, podemos jugar otro y...
—¡Sí era una excusa! —comenzó a llorar a mitad del arcade—... Pero es que ya no podía... de verdad no podía estar en el club sin nada que hacer, Koushiro... —¡¿ignoraba por completo mi victoria contundente, entonces?!
—Eh... Umiko... —quería explicarle, pero no me escuchaba.
—... No quería que se enfadara y por eso le dije que tenía que hablar con mi mamá... —todas las personas a nuestro alrededor nos miraban.
—Umiko... calma... déjame decirte qué pasó...
—No —dijo, y puso la palma de su mano frente a mi rostro—... Debo ir a contarle la verdad.

Me quedé parado inmóvil mientras ella salía a toda velocidad en dirección de la escuela. Todo mundo me seguía mirando inquisidoramente, como si yo la hubiera hecho llorar. Un sonido familiar me hizo volver la mirada a la pantalla del juego. Era mi personaje al ser derrotado.

Continue?

Al día siguiente, día del viaje al campamento, volví a encontrarme a Umiko en el arcade. Mejor dicho, en esta ocasión ella me encontró a mí.

—¿Practicando otra vez para ganarme?
—U... Umiko...
—¿Terminaste de arreglar “unas” cosas en tu casa? —preguntó sin mirarme mientras depositaba una moneda.

No dijo ni una palabra más y se limitó a destrozar uno a uno a mis luchadores. Sabía que me había excedido el día anterior, y conocía a Umiko lo suficiente para saber que no se conformaría con humillarme públicamente toda la tarde en el videojuego. Iba a pedirme algo a cambio de su perdón.

No tuve el valor para dejar de depositar monedas hasta que la hora de partir al campamento se acercó lo suficiente para que Umiko diera por terminada la pelea, tanto en el juego como en la vida real.

—Creo que ya deberíamos ir a casa por nuestras cosas y eso, casi es hora de irnos al campamento —dijo seria, mirándome directo a los ojos—. No quiero que te quedes sin dinero para comprarme algún recuerdo del viaje —dijo con una sonrisa.

Game Over.

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